07 Nov Pornografía y menores: consumo, consecuencias y solución.
El fácil acceso a Internet ha disparado el consumo de pornografía entre menores. Y cuando digo menores no hablo de adolescentes o jóvenes. La edad media a la que los menores empiezan a tener contacto con este tipo de contenidos ha descendido hasta los 8 años, y esto, en mi opinión, es una insensatez muy peligrosa que debemos conocer las familias para así intervenir de forma adecuada.
Pornografía y menores en datos
La pornografía es un tema que a padres y madres puede resultar incómodo a la hora de abordarlo con nuestros menores. Tal vez estos datos te animen a tomar la decisión de que el porno es un tema del que sí o sí tienes que hablarle:
Industria del porno
La industria de la pornografía mueve mucho dinero a nivel mundial, y aunque sus cifras son difíciles de estimar, se calcula que obtiene 13 billones de dólares de beneficio al año. Las visualizaciones de contenidos pornográficos son mayores que las de Netflix, Amazon y Twitter juntas. Por cada película que se produce en Hollywood se realizan 27 pornográficas. Según las estadísticas de la web PornHub, uno de los mayores portales de vídeos porno gratis en internet del mundo, España ocupa el puesto 12 en un ránking mundial que lidera Estados Unidos. Esta plataforma, que presume de las enormes cantidades de videos que se publican por minuto, cuenta con cerca de 130 millones de visitas al día.
¿Con qué edad ven pornografía?
Según datos de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) los menores comienzan a ver este tipo de contenidos entre los 8 y 12 años y de forma frecuente entre los 13 y 17 años.
Y es que, según el informe (Des)información sexual: pornografía y adolescencia publicado por Save the Children, el 53,8 % de los menores ha accedido por primera vez a la pornografía antes de los 13 años, y un 8,7 % antes de los 10.
El 68,2% consumen estos contenidos sexuales de forma frecuente (lo han hecho en los últimos 30 días).
¿Cómo y por qué se inician los menores en la pornografía?
Las relaciones son clave en la iniciación al consumo. Según este estudio, más de la mitad (el 51,2%) de los menores, accede mediante el intercambio de fotos o vídeos con amigos por WhatsApp o redes sociales. Hemos de tener en cuenta que en este momento evolutivo las amistades cada vez tienen mayor importancia para ellos y que la presión de grupo en el colegio o en el instituto, entre sus amigos, en el equipo… puede ser alta.
Como decía en la introducción de este post, Internet es un canal ideal para la industria del porno, que junto a la accesibilidad que tienen desde pequeños a móviles y tablets, explica el incremento del consumo de pornografía entre menores. Entre los canales de difusión están los videojuegos y las redes sociales.
Durante las primeras edades, los contactos con estos contenidos no suelen deberse a búsquedas deliberadas. Se habla de «exposición» a la pornografía o a material sexualmente explícito (fotografías y vídeos de desnudos y genitales). Estos les pueden aparecer de forma espontánea a través de banners y pop-ups (ventanas emergentes en Internet). Tampoco les suele mover un componente esencialmente erótico (buscar despertar o incrementar el deseo) pero sí satisfacer su curiosidad sobre un tema que en casa, y en muchos entornos, es tabú. Cuando la búsqueda es activa, casi todos consumen material gratuito online (98,5%). Contenidos basados por lo general en la violencia y la desigualdad, a través de su móvil y en la intimidad (93,9%).
¿Qué dicen los y las adolescentes sobre la pornografía?
Para mí estos son los datos más preocupantes (algunos espeluznantes incluso) y que me llevan a escribir este artículo:
- Para el 30% de los y las adolescentes la pornografía es el único recurso para aprender sobre sexualidad.
- La mitad aproximadamente echa en falta tener más información sobre cuestiones afectivo-sexuales.
- El 54,1% de los adolescentes (en su mayoría chicos), cree que la pornografía les da ideas para sus propias experiencias sexuales.
- Al 54,9% le gustaría poner en práctica lo que ha visto.
- El 47,4% de los adolescentes que ha visto contenido pornográfico ha llevado alguna escena a la práctica, no siempre solicitando el consentimiento previo y explícito de su pareja.
- El 36,8% no diferencia entre la ficción de las escenas y sus propias experiencias sexuales.
- El 38% no encuentra desigualdad en el porno y prefiere los vídeos en los que sí existen jerarquías de poder.
- El 27,1% de las chicas no sabe identificar prácticas de riesgo como la ausencia de preservativo.
- Ellos lo consumen para satisfacer “necesidades instintivas” y ellas para aprender qué se espera de ellas.
Consecuencias del consumo de porno en menores
Son muchas las consecuencias físicas y psicológicas que se pueden derivar de la exposición a este tipo de contenidos sexuales durante la infancia y la adolescencia:
- Distorsión de la realidad: asumen la ficción como realidad que aprenden para replicar en sus encuentros sexuales.
- Prácticas sexuales de riesgo: el número de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) en adolescentes de entre 14 y 17 años asociado al consumo de porno en Internet se ha incrementado.
- Problemas en las relaciones de pareja.
- Estereotipos de género: cosificación de la mujer.
- Extorsiones: muchos casos de Sexting, de Grooming y de ciberacoso se relacionan con el consumo de pornografía por parte de la persona extorsionadora.
- Patrones de desigualdad en las relaciones entre chicas y chicos.
- Aumento de la agresividad, ejerciendo violencia hasta llegar a normalizarla. Autores de delitos contra la libertad sexual reconocen consumir pornografía.
- Insatisfacción, ansiedad, depresión… Uno de los efectos del porno es la reducción de la satisfacción sexual, lo que en ocasiones deriva en problemas psicológicos de diferente tipología y gravedad.
- Adicción: según la Plataforma Ayuda al Menor, la pornografía se encuentra entre las mayores adicciones de los menores españoles, junto con las apuestas y los videojuegos. Unos 30.000 jóvenes en España están en tratamiento por su consumo habitual.
¿Cómo cambiar esta problemática?
Tal vez la primera respuesta que te surge es que Gobiernos y plataformas de Internet establezcan mecanismos de control para que los menores no tengan acceso a contenidos pornográficos, ¿verdad?
A mí también me parece fundamental la existencia de legislación que obligue a prestadores de servicios en Internet a responsabilizarse de los contenidos que en estas plataformas se exhiben. Pero la realidad hoy es que la regulación del acceso a contenido pornográfico es muy pobre. En un estudio reciente realizado por el Consejo Audiovisual de Andalucía para el que se analizaron 45 páginas web con contenidos pornográficos gratuitos, sólo cinco (11%) contaban con algún sistema de verificación de edad de los visitantes. Y este control consistía en responder «sí» o «no» a la pregunta de si es mayor de edad. Mucho control no es 🙁
Además, sabiendo lo que sabes del poder de esta industria y sus muchos tentáculos, parece difícil ponerle freno, por lo menos a corto plazo.
Y entonces, ¿qué se puede hacer para cambiar esta realidad?
Psicólogos y sociólogos lo tienen claro: EDUCAR.
Educación afectivo-sexual.
De forma transversal en la enseñanza reglada y adaptada a cada etapa educativa. En muchos colegios ya se dan formaciones concretas de afectividad y educación sexual al alumnado. Sin embargo por los datos mencionados antes y por la lacra social en la que ya se ha convertido, es necesario mayor implicación educativa. Los y las adolescentes han de ser capaces de detectar la violencia y el abuso y de hacer uso de estrategias emocionales para promover la creación de relaciones igualitarias.
En casa: madres y padres debemos estar IMPLICADOS en su educación afectivo sexual. Educamos con lo que decimos y hacemos, y también con lo que callamos y escondemos. Implicarnos requiere que nos deshagamos de complejos, de tabúes y estereotipos. ¿Desde qué edad? Desde ya. Desde que son muy pequeñitos podemos ayudarles a conocer y valorar su propio cuerpo e ir adquiriendo progresivamente el concepto de cuerpo como fuente de sensaciones y placer. Manteniendo una actitud positiva y sana hacia la sexualidad les ayudaremos a que, cuando alcancen la adolescencia, no solo la vivan de forma placentera sino también segura e igualitaria. No podemos dejar que 3 de cada 10 menores consideren la pornografía el recurso para aprender sobre sexualidad.
Te propongo un recurso que, si no sabes por donde empezar con tu adolescente, te puede resultar de gran ayuda. Sexolescencia es un taller de la educadora Diana Al Azem (Adolescencia Positiva) que te facilitará recursos para tratar el tema con tu hijo o hija. No dejes de seguirla en redes.
Educación y ciudadanía digitales
Ya hemos visto la inmensa puerta de acceso que desde muy jóvenes tienen a la pornografía: Internet. Y esta puerta no se va a cerrar. Pero familias y educadores podemos, y debemos, guiarles y acompañarles en el uso de dispositivos para que aprendan a navegar entre la desinformación con actitud crítica. Límites y normas, riesgos en la red, herramientas de control parental, hábitos digitales saludables, privacidad y seguridad… Todos estos temas muy BeDigitalBeReal son necesarios para el acompañamiento en el aprendizaje de competencias digitales y de las normas que avalan el correcto uso de la tecnología para una convivencia digital saludable. Así les ayudaremos a obtener recursos para elegir, discernir y encontrar sus propias respuestas de forma libre, consciente y segura.
La causa del incremento del consumo de pornografía entre menores es el fácil acceso a Internet. La clave para evitar las consecuencias del consumo de porno es nuestra mediación parental, además de una comunicación abierta y por supuesto nuestra presencia afectiva. Seguimos.
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