Huella, identidad, y reputación digitales, ¿son lo mismo?

Identidad y Huella digital

Huella, identidad, y reputación digitales, ¿son lo mismo?

Cada vez somos más conscientes de la importancia de cuidar nuestra identidad digital. Y cada vez tenemos menos claro cómo podemos limitar la inevitable huella que dejamos en Internet y en qué medida puede afectar esta huella a nuestra reputación digital. Espero que este artículo pueda clarificarte algo más cada concepto y puedas obtener algún tip para poner en práctica contigo misma y con tus hijos.

Huellas digitales: la trazabilidad que nos desconcierta y apabulla.

Son muchos los rastros que vamos dejando cada día, queramos o no, en internet. Como las huellas que marcamos al pasear sobre la arena húmeda de una playa, las digitales también son imposibles de evitar. El problema es que en el entorno virtual no hay marea que las borre así que tenemos que ser conscientes del tipo de huella que imprimimos y qué efectos puede tener.

¿Cómo, dónde y por qué quedan recogidas nuestras huellas?

Todas las interacciones que producimos en internet ya sean de forma explícita o no, pasan a formar parte de esa ingeniería de datos que tan de moda está llamada Big Data.

 Dejamos huellas…

  • Navegando en sitios web y haciendo compras on-line. Las famosas cookies siguen nuestros pasos y vinculan nuestras acciones, para luego mostrarnos una y otra vez esas zapatillas de deporte que nos gustan o ese libro del que habíamos leído la sinopsis.
  • Interactuando en redes sociales: con cada retweet, respuesta, comentario o publicación se genera un registro. Da igual que se haga de forma privada o pública, la huella se produce. Por eso es muy importante conocer la configuración de privacidad de nuestras cuentas y ayudar a crear los perfiles de nuestros hijos para asegurarnos de que cuentan con los ajustes de privacidad necesarios.
  • Algunas webs y buscadores rastrean los dispositivos que usamos al conectarnos. Así, móviles, ordenadores o tablets quedan “fichados” y aunque muchas veces esto también es una forma de proteger nuestras cuentas, debemos saber que con estas acciones se recoge información sobre nuestros hábitos.
  • Cuando realizamos llamadas con aplicaciones como Skype o Facetime.
  • Si tenemos los servicios de geolocalización de nuestro dispositivo activados ya que ofrecemos nuestra ubicación geográfica en tiempo real.    
  • Si descargamos aplicaciones que cuentan con ajustes que ofrecen poca privacidad.

A continuación un vídeo muy representativo de lo poco conscientes que somos cuando aceptamos políticas de privacidad:

  • Con el registro en aplicaciones mediante el correo electrónico. A veces incluso no cerramos las aplicaciones de correo en los dispositivos para facilitar el acceso posterior…
  • No solo lo que hacemos nosotros; lo que otros dicen o publican de nosotros también afecta a nuestra huella digital…

En este video del INTEC en Buenos Aires hacen una explicación para niños de lo que supone la huella digital:

Construir una identidad digital

Internet nos “escucha” pero ¿con qué objetivo?

Todos los datos que ofrecemos son rastreados, almacenados y usados para crear perfiles de usuarios muy útiles para fines comerciales. Es decir las industrias se valen de internet y de las huellas digitales que dejamos los usuarios en la red para monetizar sus servicios. Si un proveedor de servicios sabe mi correo electrónico, algo de información personal y mi historial de compras, con mucha probabilidad va a ser capaz de ofrecerme algo que se ajuste a mis gustos o necesidades y que yo, incluso sabiendo que es así, acabe comprándolo.

Cuando la cantidad de datos es tan grande como para poder establecer perfiles de usuarios, las empresas son capaces de inferir otros datos sobre hábitos, valores, preferencias, intenciones, toma de decisiones…Es decir, convierten nuestros datos en ventas, de ahí que en el mundo empresarial se refieran a los datos, como el oro negro del siglo XXI.

Identidad digital: mucho más de lo que somos en realidad.

Una vez definida la huella digital que todos vamos dejando con nuestras acciones en la red es importante tener claro qué es la Identidad digital:

Ya en el 2012, el Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación, actual INCIBE, define la Identidad Digital como el “conjunto de la información sobre un individuo o una organización expuesta en Internet (datos personales, imágenes, registros, noticias, comentarios, etc.) que conforma una descripción de dicha persona en el plano digital”

¿La identidad de una persona en el plano físico coincide con la que se muestra en el plano digital?

Nuestra identidad analógica se basa en los datos que sobre nuestra persona nos han asignado desde que nacemos. Desde la inscripción del bebé en el registro hasta la documentación que se nos ha ido asignando a lo largo de nuestras vidas: DNI, número de la seguridad social, pasaporte…

En cambio, la cantidad de información que configura nuestra identidad digital es mucho mayor y diversa por las posibilidades que ofrece internet y, salvo que se trate de una identidad falsa, también incluye la información de nuestro “yo” real.

La identidad digital tiene una serie de características:

  • Es social. La imagen que se proyecta en Internet es reconocida por nuestro entorno virtual.
  • Es subjetiva. Es lo que construimos cada uno de nosotros. Por esto es importante que cuando nuestros hijos empiecen a construir su identidad digital, sean capaces de tener un autoconcepto claro y una sana autoestima.  
  • Es valiosa. Hoy nuestra identidad digital facilita establecer relaciones, y queremos que estas sean saludables. Ser conscientes del valor que tiene es clave para tomar decisiones acerca de las relaciones que queremos tener, aquí entra en juego la confianza.
  • Es múltiple. Información que nosotros generamos y también la que generan otros de nosotros mismos. Informar a nuestros contactos sobre nuestros hábitos en cuanto a privacidad evitará que nos etiqueten o publiquen comentarios o fotografías sin nuestro consentimiento. Algo que como adultos nos parece básico, para los adolescentes no lo es tanto. La etapa que están viviendo se caracteriza precisamente por la ausencia de miedo (¡Cómo les va a pasar algo malo a ellos!) y la dificultad para reflexionar en las consecuencias. Son incapaces de medir que esa foto con amigos en aquella fiesta tan loca le pueda conceder a otro candidato el puesto de trabajo al que vaya a optar en un futuro.
  • Genera consecuencias. Tanto si eres muy prolífico en entornos virtuales como si no apareces por allí. Tanto la acción como la inacción genera consecuencias.
  • Es dinámica. Se modifica constantemente.
  • Se mantiene en un contexto. Un comentario en un blog, un tweet, una imagen… cualquier interacción puede generar un impacto negativo si se utiliza en un contexto erróneo. En este sentido es importante tener en cuenta la NETiqueta, el código social para que la comunicación en internet sea efectiva y respetuosa.

Os dejo una campaña de prevención en la red para jóvenes que podéis enseñar a vuestros hijos para iniciar una conversación:


Spot de la campaña de Redes de Unicef 2018

Reputación online: la opinión que tienen de nosotros en la red.

La reputación en Internet se forma a partir de toda la información personal disponible en la red, con independencia del momento en el que se generó. Como hemos visto, cada interacción en Internet deja huellas de fácil acceso para otras personas que pueden tratar esa información de forma ajena a nuestra voluntad y difundirla por la red. Además del alcance y la posible repercusión, Internet no permite el olvido, todo permanece y puede salir a la luz en cualquier momento y contexto a lo largo de nuestras vidas.

¿Cómo cuidar nuestra reputación online?

Soy de la opinión que es mejor ocuparse que preocuparse así que he reunido estos consejos prácticos para minimizar los riesgos que puede sufrir nuestra identidad digital y por lo tanto, nuestra reputación en la red:

Cuando creamos un perfil:

  • ¿nos va a ser útil? ¿Esa utilidad compensa la cesión de datos que tengo que hacer? ¿Qué información personal voy a colgar aquí? Y, ¿qué quiero conseguir con ello? Es muyyyyy pesado pero recomiendo leer las políticas de protección de datos del servicio y conocer el funcionamiento de la red para garantizar el control de la información: configuración de privacidad, uso exclusivo de aplicaciones dentro de nuestro perfil, límite de las publicaciones de otros en nuestro perfil…

Conciencia y actitud de respeto dentro de Internet:

  • Conocer la Netiqueta, usar siempre un tono respetuoso, valorar cualquier información u opinión antes de publicar, ¿realmente estamos seguros de querer hacerlo? ¿qué vamos a obtener con ello?¿tenemos permiso del titular de esa información?… Me repito, lo sé, pero este tipo de preguntas deberíamos tenerlas siempre presentes antes de coger un smartphone o una tablet y darle a enviar, y provocar que los más jóvenes también se las hagan.  

Durante la navegación:

  • Antivirus, controles parentales, programas de seguridad… y mantenerlos actualizados siempre que nuestros equipos y sistemas informáticos utilicen Internet. Si se puede, evitar la instalación de cookies, y si no es posible, por lo menos ser conscientes del uso que ese servicio va a hacer de tus datos.

Conocer nuestros derechos…

  • en materia de protección de datos de carácter personal (acceso, rectificación, cancelación y oposición) y ejercitarlos si es necesario. Y si a través del servicio no obtenemos rectificación de la información difundida o han dañado nuestra reputación, tenemos la potestad de denunciar a la Agencia de Protección de Datos o judicialmente.

Por si os interesa profundizar sobre este tema, os recomiendo un libro que me acabo de leer: ‘Datanomics’ de Paloma Llaneza, que nos lleva a la reflexión sobre las consecuencias que preferimos obviar cuando aceptamos las políticas de privacidad y los términos de uso. Aquí tenéis la charla de presentación a la que asistí el mes pasado en Espacio Fundación Telefónica.

Bajo mi punto de vista lo fundamental es que tengamos claro que los usuarios somos responsables de nuestra Identidad Digital. Es evidente que son muchos los intereses económicos que hay detrás de las políticas de privacidad de servicios y aplicaciones en Internet. Tenemos la sensación de que nos escuchan, y no vamos tan desencaminados. Pero culpar al entorno tampoco nos ayudará a cuidar nuestra reputación virtual. Ser conscientes de que somos nosotros mismos quienes debemos velar por cuidar nuestra Identidad Digital, y usar las herramientas a nuestro alcance para que, en la medida de lo posible, los derechos de imagen que estamos cediendo no vulneren nuestra seguridad ni nos pongan en peligro. Y así transmitirlo a las nuevas generaciones.

2 Comments
  • Alejandra
    Posted at 07:59h, 05 septiembre Responder

    Buenos días Sonia, muy interesante!!
    El desconocimiento de este tema es lo que asusta, da gusto leer tu blog!

    Gracias!

    • Sonia Ledesma
      Posted at 08:15h, 05 septiembre Responder

      Gracias Alejandra por tu comentario y por ser lectora del blog. Te entiendo perfectamente, son temas nuevos de los que hace muy pocos años no teníamos por qué preocuparnos. A las reticencias que nos ofrece lo nuevo hay que añadir las que nos ofrece lo desconocido. Pero no hay más que ponerse un poco, estar informado y hablar muuuuuuucho con ell@s. Tú ya estás aquí así que ya has empezado a ello, felicidades!!
      Y muchas gracias por tu confianza, es un gran estímulo 🙂
      Un abrazo.

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